Una vez que cruzaron el río Jordán, Dios le ordena a Josué que cada tribu de Israel, mediante un hombre escogido, saquen piedras de en medio del río. Con estas piedras se debía construir un monumento que debía servir como recordatorio de este poderoso milagro que Dios había hecho en favor de su pueblo. Aquí encontramos un énfasis en dos elementos: que toda la nación de Israel cruzara el río, debió tomar un tiempo considerable. El sacar las piedras de en medio del río, también debió tomar tiempo. Solo cuando los sacerdotes que llevaban el arca del pacto salieron del río, es que el cauce del río volvió a fluir. Este fue un testimonio para todas las naciones cananeas de que Dios estaba con su pueblo Israel. Los monumentos de piedra tienen ese propósito: explicar a las futuras generaciones los grandes milagros que Dios ha hecho en favor de su pueblo. El ser humano tiene la tendencia a olvidar. Tiene la tendencia a desanimarse y flaquear en medio de las pruebas. Los monumentos nos ayudarán a recordar que no estamos solos. Dios ha hecho grandes maravillas en el pasado, y las puede hacer también en el futuro. Que el Señor te bendiga.