Se ha dicho que la teología del pacto está en el centro de la teología reformada. Sin duda, esto es correcto. En el Edén, toda la humanidad cayó cuando Adán, el primero de nuestra raza, se rebeló contra su creador y sumió a toda la raza humana en el pecado y la muerte. Se necesitará un segundo Adán (Jesucristo) para obedecer perfectamente los mandamientos de Dios a fin de cumplir toda justicia (Mateo 3:15). También se necesitará un segundo Adán para quitarnos la culpa de nuestros pecados individuales, así como la culpa que nos imputó nuestro primer padre, Adán (Romanos 5: 12-19). Pero para que un segundo Adán logre estas cosas, debe haber un pacto diferente al pacto de obras (y su demanda de perfecta obediencia), en el que Dios permite que un segundo Adán haga lo que sea necesario para nosotros y en nuestro lugar. para ser salvo por nosotros, y para ganar el mérito suficiente para salvarnos. Esto nos lleva al pacto de gracia.