Cuando le entregas tu poder de decisión a otros, renuncias al poder más grande que tienes como humano. Quizá por estar pensando en el que dirán estás renunciando a la que puede ser la idea de negocio más asombrosa, a vivir una verdadera experiencia de expansión,  a ser tú, libre y auténtico.

El hecho de caer lo puedes convertir en la piedra angular sobre la cual edificarás tus próximos logros. No sientas que el haber caido una o varias veces te convierte ya en un fracasado. Si no has logrado lo que soñaste en la vida, nunca es tarde para comenzar de nuevo, para construir y seguir adelante hacia el destino que siempre has querido.

Cuando quieres aprender, sabrás que cada circunstancia de la vida, cada persona, cada animal o elemento de la naturaleza, contienen infinitas enseñanzas sobre la vida misma. Incluso, la persona a la que ves perturbada y llena de ira o esclava de cualquier vicio, es también tu maestra.

Por más difícil que sea lo que estés viviendo, nunca te sueltes de esa experiencia interna que te regala la esperanza, confía en que mañana volverás a sonreír amorosamente, tus ojos brillarán de nuevo.

Nada es ordinario, todo cuanto puedes apreciar a través de tus sentidos ha emergido de un complejo y continuado proceso. Llámale milagro, bendición, naturaleza, o como sea que prefieras llamarlo, pero nunca más digas que es “normal”.

La culpa te puede sumir en un remolino de insatisfacción con tu propia vida, pero también podrías darle una utilidad que vaya más allá de hacerte sentir sufrimiento por haber roto algún principio, porque te permite revelar con claridad aquello que te importa cuidar en la vida.

El perdón es un acto de amor propio porque te libera del sufrimiento que te ha causado algún suceso de la vida y te ayuda a transformar el veneno del resentimiento, que te afecta principalmente a ti.

Si te la pasas permanentemente pensando en el pasado, añorando o lamentando lo que no fue; o si vives deseando con apego el futuro, te puedes estar perdiendo de vivir el único momento con el que cuentas: el presente, el aquí y el ahora.

Como todo es temporal, todo llega y pasa, este preciso instante que estás viviendo aquí y ahora, sólo está ocurriendo por esta vez en tu vida. Vívelo.

Esas experiencias que te sumergen en el sufrimiento también son temporales, pasarán, no se quedarán contigo. Volverás a ver la luz.

Cuando aprendes a mantener una actitud de agradecimiento frente a la vida, comienzas a generar una conciencia de abundancia porque reconoces el valor de todo cuanto te rodea.