Los ganaderos holandeses están en pie de guerra al protestar contra una totalitaria legislación ambiental comunitaria que les obliga a sacrificar la mayor parte de sus cabezas de ganado sobre todo vacuno y porcino con el objetivo de reducir las emisiones contaminantes de nitrógeno, amoniaco y carbono. Los campesinos de los Países Bajos no están dispuestos a ceder porque la alternativa es la ruina.