Un día el evangelista Moody estaba paseando en
un cementerio nacional, cuando vio a un hombre llorando
junto a un sepulcro al mismo tiempo que lo cubría con hermosas flores.
El señor Moody se acercó para consolarle si fuera posible y le preguntó:
-¿Por qué llora, amigo; es ésta la
tumba de su padre?
-No, señor - contesto el anciano.
-¡Es el sepulcro de su madre?
Y otra vez la respuesta del anciano fue negativa.
Entonces ¿quién está sepultado
allí, si no es nadie de su familia?
El hombre respondió:
-El asunto es muy sagrado para
mí y hablo con pocas personas sobre él, pero viendo que tiene tanto interés en saberlo voy a decírselo. Durante la guerra civil mi gobierno me llamó
para alistarme en el ejército pero
puesto que tenía una familia grande y todos mis hijos eran pequeños se me permitió buscar un substituto. Al fin lo conseguí, y en la primera batalla mi substituto murió, y en este lugar
donde he depositado las flores fue sepultado. Murió por mí, y en su memoria pongo estas flores en un sepulcro cada año.